Es fácil entender por qué los textos de Karl Marx aquí reunidos fueron y todavía son «malditos»: no coinciden en absoluto con la imagen del Marx que se construyó oficialmente. El Marx políticamente correcto, demócrata, reformista… y hasta leninista, que el marxismo oficial construyó durante un siglo y medio, no resiste en absoluto frente a esta crítica radical de los valores que las universidades y organizaciones reformistas transmiten acerca de él.
Como verá el lector en estas páginas malditas, Marx no se muestra partidario del progreso demócrata burgués en general, ni de los derechos democráticos en sí, ni tampoco del trabajo y el esfuerzo productivo como sostienen todos sus epígonos. Tampoco proclama como objetivo del ser humano el trabajo, ni el desarrollo de la economía nacional. Es más, ni siquiera considera que el mundo pueda cambiarse desde la política, desde el Estado. Todo esto es más que suficiente para que todas estas páginas, que publicamos en esta selección y que critican el trabajo, la economía, la democracia, la revolución política… hayan sido «olvidadas», negadas, ocultadas, descalificadas como pecados de juventud, por todos los partidos oficiales y semioficiales que se presentaron desde siempre como sus continuadores.